La inteligencia artificial (AI) es una tecnología que crece a pasos agigantados en la sociedad actual y que está presente en muchos de los servicios o productos que consumimos: tenemos a Siri en iPhone, los productos de NotCo, las sugerencias de compra en Amazon, el buscador de Google y tantos otros ejemplos que demuestran lo inmersa que está la AI en nuestra vida diaria.
Y es que la inteligencia artificial no es como la pinta el cine: robots que se vuelven malvados, las personas sometidas y dominadas por ellos... Sin embargo, a lo largo de los años, los expertos han presentado sus reparos sobre la inteligencia artificial y su acelerado crecimiento. ¿Hasta dónde llegarán las máquinas? ¿Nos pueden hacer daño si las volvemos demasiado inteligentes?
Frente a este escenario de dudas que nos trae el futuro de esta tecnología, se viene a mi mente el famoso dilema del tranvía que nos plantea, entre varias aristas dignas de análisis, cómo muchas veces una decisión no es mejor que otra, sino que simplemente dependen de un montón de factores: nuestros gustos, experiencias previas, elementos culturales e incluso nuestro estado de ánimo al momento de tomar una decisión.
Entonces, como nuestras decisiones personales están influenciadas por cuestiones que no siempre podemos manejar, la exploración y el uso de la inteligencia artificial deben estar respaldados por cimientos éticos y morales muy sólidos, que definan la lógica a seguir para alcanzar el bien que buscamos con esta tecnología. Haciéndonos cargo de la responsabilidad que implica la AI podemos seguir ese camino de modernización y desarrollo.
Un caso aparte son aquellas empresas, startups y plataformas que hablan de este concepto, pero lo confunden con árboles de decisión que, finalmente, no son más que algoritmos bien estructurados. Sin embargo, lo promocionan como una solución de inteligencia artificial para sus clientes y solo están desinformando.
Creo que en la sociedad digitalizada que vivimos hoy –aún más con la pandemia— debemos potenciar la inteligencia artificial. El ser humano, fiel a su forma natural de ser, busca la evolución y sin duda desarrollar, explorar y utilizar la inteligencia artificial es el camino tecnológico para lograr esa evolución que tanto buscamos.